El discreto encanto de la arrogancia
De verdad que parece que para ser taquillero de Renfe hace falta ser antipático y arrogante, si no es así no te contratan. En el proceso de selección sólo aprueban los que hacen el tipo de chiste a lo Bruce Willis poniendo cara de Eugenio. Coño! Y hoy uno me quería corregir el uso que hacía del verbo "canjear" diciéndome que por dinero no se canjea! Será espabilao, ni que lo pagara él! Pero eso no es sino una prueba de su extrema eficacia y el duro entrenamiento recibido, osa que los hace muy peligrosos y apto pa cualquier prueba dura de la vida; por eso esa gente sería la polla para ser directores de Instituto.
Otros dan el tipo de profesor pasota de turno, desgana personificada, y quejándose a cada suspiro de lo ineptos que son sus alumnos mediante sutiles indirectas que le hacen a uno reírse hasta de lo gilipollas que se es. Y es que realmente hay alguno de estos mamones que tienen su arte particular; la cosa es que ese arte es indisociable de su petulancia esencial y uno no se da cuenta hasta que ya lleva un tiempo conociendo a esos individuos, ese día en que se advierte en su antaño sonrisa de cabronasso un sesgo de íntima complicidad con el que le entiende (pero a ver quien le entiende...). Pero tras esa sonrisa enmascarada puede adivinarse quizás una delicada sensibilidad que se refugia en las curtidas formas del sarcasmo y la ironía para no ser destrozada por la irritante a veces rutina diaria; una actitud creativa y un arte selecto que, como los kebabs, son difíciles de digerir pero alimentan una hartá (ya hablaremos otro día sobre los kebabs, el alimento de los campeones noctámbulos).
Por eso me gusta pensar que ese taquillero cabrón, esa funcionaria siesa, esa profesora amargada o ese cajero automático, digo saborio.... no son lo que parecen y bajo esa faceta de bordes incurables sólo se esconde una descongestionante y sana actitud crítica que les permite evitar el síntoma del burn out. O no...
Otros dan el tipo de profesor pasota de turno, desgana personificada, y quejándose a cada suspiro de lo ineptos que son sus alumnos mediante sutiles indirectas que le hacen a uno reírse hasta de lo gilipollas que se es. Y es que realmente hay alguno de estos mamones que tienen su arte particular; la cosa es que ese arte es indisociable de su petulancia esencial y uno no se da cuenta hasta que ya lleva un tiempo conociendo a esos individuos, ese día en que se advierte en su antaño sonrisa de cabronasso un sesgo de íntima complicidad con el que le entiende (pero a ver quien le entiende...). Pero tras esa sonrisa enmascarada puede adivinarse quizás una delicada sensibilidad que se refugia en las curtidas formas del sarcasmo y la ironía para no ser destrozada por la irritante a veces rutina diaria; una actitud creativa y un arte selecto que, como los kebabs, son difíciles de digerir pero alimentan una hartá (ya hablaremos otro día sobre los kebabs, el alimento de los campeones noctámbulos).
Por eso me gusta pensar que ese taquillero cabrón, esa funcionaria siesa, esa profesora amargada o ese cajero automático, digo saborio.... no son lo que parecen y bajo esa faceta de bordes incurables sólo se esconde una descongestionante y sana actitud crítica que les permite evitar el síntoma del burn out. O no...
10 comentarios
kartoffel -
ya me comentarás tu inspiración práctica...
decididamentemía -
Me has dado una idea que pondré en práctica seguro
kartoffel -
decididamentemía -
¡Ya decía yo que mi director no sólo es la polla sino que padece ese síndrome para no dejarnos de vivir!
kartoffel -
clin -
kartoffel -
gloria -
kartoffel -
Esstupenda -
Que no comas esas porquerías de kebab que te va a entrá argo malo malijimo.